1.- Dios nos habla.
Dios quiere entrar en contacto con los hombres, desea entablar un dialogo con nosotros a fin de realizar la historia de la salvación. A esta iniciativa la llamamos “Revelación” ya que por medio de ella Dios se nos ha manifestado. La revelación se lleva a cabo a través de obras y palabras íntimamente ligadas. Por una parte las obras que Dios realiza en la historia manifiestan y confirman lo que las palabras anuncian, por ejemplo: anuncio a los Israelitas su proyecto de liberarlos de la esclavitud egipcia. Esta revelación se fue realizando paulatinamente por diversos mediadores, y que tiene su plenitud en Cristo Jesús.
a).- La revelación de Dios en el Antiguo Testamento.
La finalidad del Antiguo Testamento fue preparar la venida de Jesucristo salvador de toda la humanidad. Esta preparación Dios la llevo a cabo junto con su pueblo elegido de muchas formas: a través de promesas, alianzas, profecías, imágenes, acontecimientos. De esta manera el pueblo, fue experimentando la cercanía de Dios que se revela en su historia y que le iba manifestando la futura salvación con el advenimiento del reino mesiánico. Dios, se fue revelando a través de obras y palabras íntimamente ligadas.
Los acontecimientos eran interpretados a través de la palabra, fruto de una fe reflexionada constantemente. Los profetas ocupan un lugar clave como interpretes de Dios: reciben su palabra y la trasmiten al pueblo en orden a que los hombres de su tiempo se acerquen más al Señor y a sus hermanos y vivan de acuerdo a la clausula de la alianza. Puesto que la revelación es progresiva, en el Antiguo Testamento encontraremos muchos elementos imperfectos y pasajeros que nos van manifestando la pedagogía divina que nos lleva de la mano hasta Cristo Jesús.
b).- La revelación del Dios en el Nuevo Testamento.
Jesús palabra de Dios hecho carne, vino a llevar a plenitud y perfección la revelación iniciada en el Antiguo Testamento. Por eso en Jesús termina el tiempo del Antiguo Testamento, es ya la realización, el cumplimento y la realidad. Estamos ya en la nueva y definitiva Alianza. No hubo ni habrá una comunicación más extraordinaria que la llevada a cabo con la encarnación del Hijo de Dios, en quien se cumplen y se realizan todas las promesas del Antiguo Testamento. Esta revelación y salvación Jesús la lleva a cabo a través de su persona: con su presencia y manifestación, sus palabras y obras, signos y milagros, y sobre todo con su muerte y gloriosa resurrección, con el envío del Espíritu de la verdad.
Los Apóstoles, testigos de las palabras y obras de Jesús, trasmitieron lo aprendido de su Maestro. Ellos fieles a la misión recibida de Él y asistidos por el Espíritu Santo, anunciaron y comunicaron la salvación a todos los pueblos. Esta revelación es plena en Cristo Jesús y que está consignada en los libros del Nuevo Testamento, no es comprendida plena y exhaustivamente por nosotros. A través de los siglos, va creciendo su comprensión con ayuda de tos los pueblos de Dios guiado por el Espíritu Santo.
2.- Dios nos sigue hablando Hoy.
Hemos visto como Dios se fue revelando paulatinamente, y como su revelación a quedado consignada por escrito en los libros de la Biblia. La Biblia no es un mensaje del pasado, sino que es una palabra viva y eficaz. Aunque fue escrita hace mucho tiempo, sin embargo su mensaje sigue siendo válido en nuestro tiempo ya que contiene la Palabra viva de Dios. Dios nos habla también a través de los acontecimientos de nuestra vida personal, y de nuestra vida colectiva, y a través de los fenómenos de la naturaleza que afectan a la humanidad. Todos estos acontecimientos son palabras interpelantes de Dios, palabras que exigen una respuesta nuestra.
Dios también nos comunica su mensaje a través de nuestros semejantes; las palabras, las actitudes, las carencias, la vida entera de nuestros hermanos es una autentica palabra del Señor cuando sabemos discernirla a la luz del Evangelio, y somos capases de de nuestro egoísmo para ir al encuentro del hermano, sobre todo del más necesitado. La palabra escrita ene la Biblia, la palabra acontecida en la vida diaria, y la palabra presente en le hermano se interrelacionen mutuamente.
3.- Diversas Actitudes ante la Palabra de Dios.
La Palabra de Dios, escrita y acontecida, no nos puede dejar neutrales e indiferentes: la aceptaos o la rechazamos. Teniendo en cuenta esto podemos examinar las diversas actitudes que tomamos ante la Palabra de Dios:
a) No atender la voz de Dios como en Jeremias 7,23-28.
b) Escuchar la Palabra de Dios, pero no cumplir lo que allí se nos pide. (Ez. 33,30-33; Mt. 21,28-32)
c) Escuchar la Palabra de Dios y ponerla en práctica. (Lc. 6,47-49)
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